Como Darles Gracias A Los Maestros De Preescolares


Por Jodie Fishman, directora de contenidos de Bright by Text

Como Darles Gracias A Los Maestros De Preescolares

Quizás estemos listos para ir al kindergarten, pero nunca olvidaremos sus lecciones.

Jamás olvidaré mi primera noche de vuelta al cole. Un aula llena de padres inquietos, en su gran mayoría primerizos, sentados en sillas pequeñas, con las rodillas golpeándose contra las mesas, mientras dos profesores sonrientes daban instrucciones.

"No pongan demasiada comida en las loncheras de sus hijos", nos advertía uno de ellos. Seguido por una pausa. Una sonrisa. "Es en serio, si envían uvas, empaquen SOLO unas 6. No comerán más que eso, créannos". Seguido por más sonrisas.

Mi primer bebé iba a entrar en su etapa preescolar, y esa noche me sentía intimidada.

Seguramente, mi hija lo sintió también. Cuando la llevé de vuelta al aula al día siguiente, se puso a sollozar. Debo confesar: yo también.

Hoy, dos hijos más y ocho años después, dejé a mi hijo menor en ese mismo preescolar, mi última vez haciendo esto. Para mi sorpresa, él abrió la puerta del coche y salió corriendo, despidiéndose despreocupadamente mientras corría hacia el lugar que ha sido el hogar de nuestra familia durante los primeros años de niñez de nuestros hijos. 

Él era todo sonrisas y alegría. Yo… yo intentaba contener las lágrimas.

Ya no tenemos cochecito, ni mamelucos, ni sillas altas, ni cuna. Tampoco hay más siestas. El tiempo del baño colectivo se ha reemplazado por niños independientes que se duchan solos ( afortunadamente). Nadie se dice calladamente a sí misma "buen trabajo" si logra ponerse un zapato sola. Nadie dice "no, gracias, por favor" en una mezcla confusa de palabras cordiales.

Los espejos retrovisores de nuestra minivan están tan llenos–de momentos de orgullo, de vergüenza y niños satisfechos- que estoy tratando de congelar y categorizar los recuerdos para poder guardarlos para siempre. 

Y mi caja de herramientas de paternidad está llena, gracias al equipo de expertos más amables y pacientes que existen: el personal de preescolar. Sus consejos son una mina de oro para la crianza de los niños, tan buenos que hay que gritarlos a los cuatro vientos o, al menos, compartirlas en... un blog de crianza. Aquí están mis 3 consejos favoritos, aquellos que he adoptado y empezado a utilizar en casa, y que permanecerán con mi familia durante la infancia y más allá:

1. Ponte los pantalones de la paciencia. Cuando estamos esperando en una fila muy larga, suelo sacar de la nada los "pantalones de la paciencia" y pedirle a mis hijos que se los pongan, mientras yo hago la pantomima de ponerme los míos. Esto siempre los hace reír -o al menos rodar sus ojos- y sirve como un recordatorio divertido de que no podemos controlar todo, pero sí podemos controlar nuestra actitud. Sustituye la palabra " paciencia " por cualquier otro adjetivo relevante como: valor, ayuda, amabilidad. ¿Voy a seguir pidiéndoles a mis hijos que se pongan los pantalones de la paciencia cuando estén en el colegio? Espero que sí.

2. No digas "wakala" a los "yums" de los demás. ¿Tienes un hijo al que le gustan los bananos y a otro que los odia? Por supuesto que sí. Este consejo es para ti. No puedo contar el número de veces que mis hijos han dicho esto en la mesa, reconociendo que cada uno tiene derecho a su propia opinión. Aunque está claro que esta frase surgió a la hora de comer, se aplica a muchas otras situaciones

3. Encuentra amigos que hagan a tu corazón feliz. Este puede ser mi consejo favorito. No cabe duda de que los profesores de mis hijos los animaron a turnarse, a compartir y a llevarse bien- qué es el pan de cada día en el preescolar. Pero a la hora de encontrar a tu gente, este es el mejor criterio que he escuchado. Les he repetido esta frase a mis hijos durante el preescolar y la escuela primaria, e incluso me la he dicho a mí misma.

Y aunque mi corazón está triste por dejar esta etapa, también está increíblemente feliz. En el preescolar, he hecho amistades inolvidables con otros padres, profesores y personal, y he descubierto las increíbles personas en las que se están convirtiendo mis pequeños.

Muchas gracias, maestros. Por enseñarme a no desperdiciar comida cuando preparo los almuerzos.

Y por la paciencia, las lecciones, el amor y la huella que dejaron en mis hijos y en mí.


Traducido por Jennifer Cajina Grigsby. 


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